La crisis financiera originada en Norteamérica, definitivamente ha tenido su efecto sobre la economía mundial y en especial sobre la latinoamericana. La mayoría de los analistas económicos y financieros coinciden en que los países que se encuentren en mejor posición ante la crisis, son aquellos que utilizaron el alza en las materias primas para mejorar sus cifras internas, ajustar sus cuentas fiscales y realizaron una mayor apertura del mercado para potenciar y diversificar sus oportunidades de desarrollo. Chile, Perú y Colombia son claros ejemplos de este comportamiento.
En el caso centroamericano, tal y como apreciamos en la gráfica que muestra el crecimiento del Producto Interno por país desde 2007 y proyectado al 2013, la situación se vio en su mayoría influenciada por la desaceleración del consumo en estados unidos, ya que las erogaciones en turismo e inversión que realizaban en estas economías, se vieron fuertemente disminuidas por la debacle hipotecaria en primera instancia y posteriormente por el colapso financiero.
El informe de perspectivas 2009 del Banco Mundial hace énfasis en esta situación que obligó a algunas monedas centroamericanas a depreciarse por el debilitamiento de sus posiciones internacionales y por la sequía en sus mercados de la divisa norteamericana.
Por otra parte los productores internos estiman que pese a sus esfuerzos en generar medios de comercialización y tratados comerciales más eficientes con Norteamérica y Europa, la exportación de los productos centroamericanos ha disminuido de manera importante, pasando de tener un crecimiento anualizado del 5% en 2007 a cerca del 1,7% en 2008. No obstante, el crecimiento de la importación de bienes y servicios se incrementó de un 11,9% a un 12,3% anualizado en el período antes mencionado.
La situación anterior, lo que ha generado en mayor medida es una mayor presión inflacionaria en las economías, que se han visto afectadas por mayores costas de transporte, fabricación y comercialización. La gráfica contigua, muestra el comportamiento de la inflación de los países de la región del 2007 al 2008 con pronósticos para el 2009 y 2013.
Esta situación, se agrava un poco con el aumento de la percepción de riesgo por parte de los inversionistas ante la disminución de los ingresos de los países y definitivamente pone mayor presión en los precios internos de los productos que se ofrecen en los mercados centroamericanos.
A pesar de lo anterior, vale la pena mencionar que los países que han tenido una mayor apertura a los mercado internacionales, como es el caso de Panamá, Costa Rica y República Dominicana (que pese a no estar en el istmo se considera parte de la región), han presentado también una mejor situación económica y por lo que es posible que su situación interna sea mucho más beneficiosa que la de los otros países.
Una muestra de esto quizás la podamos encontrar en la cuenta corriente estas economías y que podemos apreciar en la gráfica siguiente que muestra el desempeño de la cuenta corriente como un porcentaje del PIB. La cuenta corriente mide el nivel de comercialización o intercambio de bienes y servicios, si su saldo es negativo es indicativo de que el país importa más de lo que produce y por ende su economía depende de las condiciones del mercado internacional
En el caso de Nicaragua, su dependencia de las importaciones es de los más altos de la región, por lo que su endeudamiento es superior en términos del tamaño de su economía. A diferencia de otros países latinoamericanos como Venezuela, Brasil y Chile cuya dependencia a las materias primas les ha proporcionado mayores oportunidades de obtener ingresos adicionales producto de los altos precios que estos bienes registrados en el pasado, Nicaragua posiblemente necesite incrementar su endeudamiento para poder mantener el nivel de su economía, lo que complica su situación en vista de lo poco líquido que el mercado de crédito se presenta hoy en día.
En todo caso los países que se encuentran mejor en este sentido son Costa Rica y Guatemala, ya que su nivel de dependencia las importaciones es menor en comparación con sus exportaciones; sin embargo, dependen fuertemente de que sus mercados turísticos y de exportación se mantengan en niveles lo suficientemente altos para mantener su equilibrio en el mediano plazo.
En el caso de Panamá es posible que la construcción rápida del nuevo canal y el fortalecimiento de su sector financiero y comercial le permita generar ingresos adicionales que compensen el alto nivel de importaciones de bienes y servicios. Quizás el impacto para esos países sea menos dramático sobre todo si logran mantener en equilibrio sus cuentas fiscales y la apertura de sus mercados.
A pesar de la crisis, es posible que los países del istmo no se resientan tan fuertemente con la crisis, ya que pueden ser vistos como oportunidades de inversión de bajo precio y baja complejidad en términos de su dependencia a los mercados de materia prima y financieros.
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